Friday, February 22, 2008

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Le mandé un correo diciéndole que quería verlo. Nos vimos en la taquería de nuevo. Nos tomamos unos margaritas, se me acercó me dijo preciosidades y no se atrevió a besarme.

un, dos, tres por mí...cuatro.

Decidí que no me iba a importar su ego, porque de todos modos era un ego para él, para sí mismo, no para los demás. Lo sentí para mí porque lo compartió conmigo y eso no es tan egoísta si lo pensamos un poco. Me hice a la idea de que era un tipo que necesitaba darse moral porque aunque yo veía en él tantas cualidades el parecía no inmutarse ante ellas. Así que seguimos escribiéndonos cosas y bueno hubo algo en particular que le escribí que le gustó. A mi también me gustó, pero porque fue hecho con las entrañas de un ser desplomado. Sí, ese ser era yo, que estaba viviendo en piloto automático desde hacía tiempo. Sin motivos, sin esperanzas, sin nada en que creer o a quién creerle. Evidentemente, fuera de esa lista de desgracias estaba él, pero si me quería conocer tenía que saber qué me sucedía en el alma antes de verlo, antes de todo esto. Porque muy a mi pesar, aunque calladas, las espinas seguían hiriéndome de a poquitos. Lo que escribí decía lo siguiente:

Sin detalles, sólo sombras, así quedé, allí quedé. Estancada, sin moverme, sin aliento. Por qué mil veces, por qué lo hizo, quién fue, por qué, por qué. Aún no entiendo, alguién podría explicarme ¿Por qué mi alma ahora es negra? Por qué si me levanto sigo viendo la noche y duermo y duermo y no pasa. Sin embargo puedo sonreír, entre las penumbras, puedo sonreír. Todos lo ven pero no entiendo por qué yo no puedo. Si soy feliz ¿por qué no me he dado cuenta? Alguien me puede abrir la ventana? Las cortinas?.....
Ahora entiendo… ya lo vi, más claro. Mis lágrimas ayudaron a limpiar esa cortina de humo que nublaba mi entendimiento. Lo que pasó fue que me soltaron en el camino, me dejaron caer cuando todavía quedaba energía para seguir. Me soltaron, caí. Y estoy flotanto y es ese vacío, ese vértigo inmundo que se siente cuando uno cae. Necesito volver a escalar, necesito seguir subiendo pero tengo que tenerme de algo. Y allí está..él.. Me da la mano.. y no le importó que estuviera temblorosa y angustiada, simplemente me dió la mano. Me sostiene, no me deja seguir cayendo y el vacío desaparece.
Vuelvo a escalar pero aún no entiendo ¿por qué?, ¿qué hice?, creo que lo único que hice fue amarte y si eso es un pecado entonces entiendo tu condena. Tal vez no te gustó que no haya hecho nada más que eso. Y me soltaste…
… pero alguien me sostuvo. Un ángel quizás... un ángel.

Esa vez, la respuesta no fue otro escrito, fue una frase que me dejó entender que le había gustado que de alguna amnera se estaba involucrando conmigo y que mi vida le estaba dejando muchas curiosidades por morbosear. Morbo, tal cual, así lo escribió y me lo repetía en cada conversación telefónica. ¿Se habrá dado cuenta que ese ángel éra el? no.. no creo.. los ángeles no morbosean a nadie.