Thursday, October 09, 2008

Sólo por escribir

Es difìcil... observar el mundo en silencio y darse cuenta de tantas cosas. La nostalgia, lo que está, lo que se fue, lo que ya no importa, lo que es, lo que no es, lo que quisiéramos que fuera, los besos que estàn porque se extrañan, utópicos, fantaseados, verdaderos, mentirosos, irreales, cansados, anhelados...
volví a pensar..
¿por qué?
No sabía que todavía te tenía tan adentro. "Pasa el tiempo y tu recuerdo no se borra". Tanto odio, tanto amor y tantas cosas..."
En realidad nunca te odié, quizás porque no te quise tanto como para odiarte... pero "tu perfume tan extraño me apasiona".
Tal vez siga siendo algo lejano... que no vuelva a ser lo que fue y lo que pudo ser. te quise mucho.. te quiero, Dios! te quiero! lo acepto! ¡qué pasa! no, no, no...
Pensé que habías quedado enterrado. Que de verdad había pasado. Que todo había sido un cuento de transición... de paso, de ayuda, de arreglo, de pasión, de locura, de carne, de 'feeling'... de "strawberry fields"..............................................................................................
Te respiro, me invades, me robas la conciencia y la inconsciencia.
Es un delirio pensar en ti, con la certeza de la incertidumbre que me das, que siempre ha estado. Tantas dudas, tanta cabeza... tantas emociones...
Dios.. qué pasa.
Repudio y atrapo al tiempo esa sensación... me ayuda a no pensar en toda la basura del mundo, la observo no más.
Nunca pensé que habías sido tanto. Pensé que eras mucho, pero no tanto.
Es pasajero.
Tal vez lo es.
Pero... puta.. qué es todo eso! ah? qué es todo ESTO?
Ni siquiera tengo miedo de nada. No tengo prevenciones conscientes, racionales, restrictivas... están guardadas en el cajón secreto de la inconsciencia y la ceguera emocional. Pero están. Están.
Si te vuelvo a ver..
No sé... no sé... prefiero llorar, sentir poco, poco, pero sentir, lo que siento que es raro, mucho, poco, no sé, pero es.
Alguna vez haz comido un halls extrafuerte con agua helada? es esa misma sensación en el pecho. Exactamente igual.
Volver a oirte no va a ser un problema como lo va a ser verte de nuevo despuès de.. cuatro meses y medio. Cuatro meses...
Hace cinco meses.... estaba escuchando la casa desaparecida en buenos aires... pensando en ti.
Puta.. puta...
y pensar que pensé que eras tú. Luego estuve segura que no. Ahora no sé... ¿cómo puede ser todo tan complicdo? tan vano.. y a la vez tan real.
¿Qué pasó?
¿Qué pasó?
Te siento.

Tuesday, August 26, 2008

La Tentación del Insomnio

Cuando uno cree que tiene sueño, pero no puede dormir, el cansancio se mezcla con el sueño. El televisor se vuelve nuestro mejor amigo. Cuando hay televisión por cable no es tan grave, pero cuando sólo es la parabólica lo que puede entretener todo se vuelve tedioso. A las dos o tres de la mañana otras ideas empiezan a llegar a la cabeza. Vueltas, y vueltas en la cama, -claramente solo- y pensar…
A las 4 de la mañana, a cualquiera que tenga una vida corriente, se le acerca la hora de levantarse. Entonces hay que apagar el televisor pero ahora son los pensamientos los que no dejan en paz. Y es cuando las ideas se retuercen, una tras otra, escurriéndose de tal manera que las gotas que caen atenazan la mente. La depresión puede llegar, las ideas absurdas seguro se aparecen, la paranoia puede ser otro nivel.
Hay quienes dicen que piensan mejor cuando no pueden dormir. Las ideas en medio del insomnio chocan entre sí tantas y tantas veces en esas horas de ‘piloto automático’ que se convierten en un shock en sí mismo. Uno se cree el cuento de que le está fluyendo todo, y hasta puede ser cierto. Pero no somos conscientes de que nos convertimos en monstruos de la noche, con los ojos venosos. Los que fuman, con un cigarrillo se anestesian. Uno, o muchos diría yo. ¿Tinto? el tinto ya no sirve, acudir a cosas más fuertes se hace necesario. Aspirina con coca cola, Red Bull, o todo junto, ¿Por qué no?
Todo eso mata las neuronas. Lo malo es que cuando hay que regresar a la vida real, cuando el amanecer ya está asomándose y nos empezamos a sentir como animalejos nocturnos, con ardor en los ojos por la luz del día entrante, somos unos entes, maleantes del día, genios de noche. Sin sueño no podemos sonreír fácilmente, por el contrario todo disgusta con facilidad. Los bostezos generan un ambiente de lentitud en el día, en las horas, en las clases, en las conversaciones. Sólo pensamos en regresar. Pero, ¿a dónde?, ¿a la cama? o a ese mundo underground que hunde las ideas en el remolino del no-sueño.
Es peligroso diría yo, muy peligroso, pero tentativo cuando se comienzan a ver resultados. Cuando los escritores por fin se satisfacen con un párrafo, o cuando los artistas dieron su mejor pincelada en años. Encontrar momentos de genialidad en la falta de sueño puede ser adictivo y nos puede convertir en una especie de Jekyll y Hyde y nos sentimos dos, el terrible y el que piensa, el demente y el paciente.
Intentar esa estrategia es engañar al cerebro haciéndole creer que funciona mejor sin descanso. Incitar a que la gente lo intente ‘no es lo que me quita el sueño’, sé que todos hemos pasado noches así. Aunque me atrevo a asegurar que sólo pocos lo han intentado durante días, o debo decir, durante noches. Pero es tan común. No soy nadie para decir que me he vuelto más ocurrente a las 3 de la mañana, sólo quería contar que encontré un espacio de desconexión en donde puedo verme frente a un espejo, demacrada, ojerosa, agotada, pero increíblemente satisfecha.

Wednesday, August 13, 2008

Algo de discusión

Para nadie es un secreto que el gobierno de Uribe le ha dado generosos golpes bajos a las FARC este año. Su jugada maestra, sin duda, fue la liberación “inmaculada” de 15 secuestrados el pasado 2 de julio. Y digo “inmaculada” porque es el término que utilizó la tan polémica ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, quien estaba entre el grupo de los rescatados.
Muy agradecida ella, recién bajada del helicóptero, le hizo la venia al presidente colombiano por su excelente labor, claro está, después de haberlo juzgado durante años, considerándose antiuribista acérrima y reconociéndole fervorosamente a Chávez y a Piedad su “compromiso”.
Cómo no agradecerle a su presidente después de haberla redimido de comer, lo que no se debe nombrar, durante siete años. Siete años en los que sin duda dio de qué hablar por la polémica mundial que causó su situación cuando hasta el mismo presidente francés se dedicó a gestionar su liberación con el grupo guerrillero. Lo que evidencia que fue todo el mundo, menos ella, por su evidente imposibilidad, quien hizo y deshizo con el tema de su secuestro.
Podría decirse incluso, que de no haber sido secuestrada, jamás habría tenido tanta fama y reconocimiento. Sin embargo, eso no es mérito para ganarse un premio. Porque cómo es la gente de impulsiva y arrebatada, que ni siquiera se acababa de completar una semana de la exitosa operación y el gobierno de Chile ya estaba pensando en postular a Ingrid para el Nobel de Paz. ¿Acaso qué hizo? ¿Poner cara de sufrimiento en las pruebas de supervivencia? ¿Regalarse a las FARC en un “tour” por el Caguán?
A esta propuesta se unió muchísima gente. Delegaciones de Italia, Estados Unidos, Francia, entre otros países, manifestaron su acuerdo con la propuesta. Incluso Francia dijo que el premio Príncipe de Asturias podría estar en manos de Betancourt, así como estuvo en las de Stephen Hawking, la Red Mundial de Reservas de la Biosfera y la UNICEF.
Los argumentos para premiarla a como dé lugar, sin duda, son bastante románticos. Le atribuyen su trabajo incansable por la justicia social, y por haberse convertido en un símbolo de fuerza y esperanza para todos aquellos que padecen injusticias. Que le den un Asturias entonces al profesor Moncayo que casi se muere deshidratado cuando caminó encadenado por medio país.
Que postulen a Uribe al Nobel por haber ido en paz a recoger a tanta gente de la selva. O más bien, si nos la estamos dando de insensatos, ¿Por qué no darle el premio a Chávez y a Piedad que han estado tan encarretados con el asunto de las FARC, incluso intentando borrar la palabra ‘terrorista’ de su vocabulario?

Wednesday, April 30, 2008

ñami,ñami,ñami.

Este post y el de abajo son dos paréntesis que he querido hacer en la historia. Paréntesis que ahora sí tienen que ver con hechos reales. Paréntesis que son necesarios porque han hecho cambiar el rumbo de este cuento.

Es… bastante extraño cuando recreas momentos, sensaciones, emociones, lugares que al parecer sólo están en tu imaginación y luego… algo pasa, algo extraño en tu sencilla y común cotidianidad que te hace decirte a ti mismo: “esto me parece familiar”. Como eres un pesimista, negado, piensas: “nah…”. Pero lo que no sabes es que de verdad todo es posible y más algo tan bello y tan simple como…*eso*.

Lo que pasa es que los seres humanos somos tan complejos y complicados que siempre le buscamos el punto contrario a las situaciones, sobre todo a los sentimientos; o bueno, así soy yo por lo menos. Vivo cuestionando-no necesariamente de manera negativa- cada cosa que pasa por mí. No he querido pensar mucho últimamente, la cabeza muchas veces se tira las cosas esporádicas/Espontáneas, pero el corazón las magnifica y hasta nos engaña.

No quiero catalogar, ni clasificar, ni categorizar, ni encasillar, ni marcar absolutamente nada. Sólo me gusta describir, cosas, eso que sucede, lo que pasa, lo que inadvertidamente está allí, solo, como un ser que acaba de aparecer y no sabe en donde está. Perdido, extrañado… pero cómodo.

Un ser que hace que hagas cosas que dejaste de hacer, o que nunca hacías solo por alimentarlo. Un ser que hace que sientas que extrañas constantemente, sin dolor, con cariño, sólo por alimentarlo. Un ser que hace que tengas impulsos que te hacen poner del color del pimentón (no verde, sino rojo claramente), sólo por alimentarlo. Un ser que hace que las horas te parezcan minutos, y que los días parezcan semanas o meses, sólo por qué?? Si, muy bien, por alimentarlo.

En conclusión..: Es bastante hambrienta esta cosa.

Lo que no sé bien es si yo tenga suficiente "nutrina" para alimentarlo de ese modo. Sólo que hacerlo se me ha convertido en algo divertido. Y ya... está ahí. vive.

3:04 am. Me desperté por que no tenía más sueño. Prendí el computador. "inocentemente".. (si, claaro.) quería ver si había algo para mí. Y,.. efectivamente.
3:20 am. Me desperté para divagar en mi mente, darme cuenta de que ya no estaba tan mal físicamente... me acosté enferma ayer por la tarde.
3:34 am. Me desperté para volver a ver ese video que te mostré.
3:50 am. Me desperté para escribir esto.

Saturday, April 26, 2008

El Santo

No es más que un día cualquiera, con cualquier argumento para escribir, nada preciso en realidad..
Pasé por mi mente a ver qué había hoy y no había nada especial. Sólo yo, igual, la misma, es todo...
Me di cuenta de que por más normal que todo parezca siempre hay particularidades que llenan la cabeza. Otro golpe, toc, toc… ¿hay alguien? Si.
Si me preguntas qué me pasa sólo te diré que pasé un momento aquí y te vi, y tú lo sabes, también me viste… pero te hiciste el de la vista gorda, el de los ojos gruesos… mirada empañada, casual.. pasaste.
Quise hablarte, te busqué.. ah.. no lo hice, tienes razón soy demasiado orgullosa para ciertos asuntos.
Me estoy acostumbrando a una rutina de alegrías pasajeras que se van acumulando en mi sonrisa constante cuando algo me dices.
Me quedé esperando un nuevo mensaje, esperando a ver qué decías de nuevo. Un simple saludo tal vez.
No espero nada, no quiero nada, o tal vez no mucho. No soy avara, aún no por lo menos.
Y es que te apareces como el santo que se viste de todo y que no es quién es sino hasta cuando lo conocen de verdad. Santo “el menor”, que no reclama, solo pasa y deja y se va…
Y vuelvo a decir que nunca diré nunca, cuando hablé de cumplir promesas… rotas… ya ni sé. La vida misma se encarga de hacer su operación… su cirugía de corazón.
Prometí cosas que quiero pero tal vez no me tocan, o si me tocan llegan de maneras inesperadas.
No prometo, no quiero seguir prometiendo, me siento engañada por mí misma.
Aquí me quedaré… esperando… ¿te?
Me da susto, me siento tonta, algo… sí. Y saber que tanto me repetí… que no volvería… a…
No, no, no… creo que ha sido demasiado tiempo en el computador. Mis ojos están verdes ya… feos.
¿Qué pasa?
¿Dónde estás?

8:05… llevo toda la tarde aquí…
Qué pasa… a dónde te fuiste! Ahora quién está cumpliendo años!

8:35…
Quedabas esperando ecos que no volverán… flotando entre rechazos del mismo dolor.
8:50…
Ya no me pasa mucho.
9:14…
Inquieta un poco mas.. pero con sueño.
Ya casi tiro la toalla.

9:51…
Nada..
10:00
Me rindo.

Sunday, April 06, 2008

¿Dónde estás?

"Está bien", dije. No tenía por qué importar. Al fin y al cabo cuando uno espera algo con muchas ganas, cuando llega se disfruta más.

Sin embargo, el notó mi desconcierto. Desafortunadamente lo notó. Digo que fue un infortunio porque a nadie le gusta que le vean las ganas, y sí, yo creo que las vió, lo notó... bah... Esa era yo, qué más podía hacer. De todos modos eso fue bueno porque me hizo reflexionar ante muchas cosas. Pensé que probablemente el era un ángel, sí, pero que era mejor tenerlo cerca por siempre y no tener que dejarlo ir algún día. Eso era mejor que cualquier cosa.



Seguimos viéndonos durante la semana siguiente. él se portaba tan bien.. me decía cosas que me dejaban con ganas de abrazarlo eternamente, de besarlo, de tenerlo solo para mí... pero me hacen falta cojones para esas cosas, así que solo podía sonreirle.

Fuimos a tomar café a 5 sitios diferentes, fuimos a cine a ver películas europeas, de esas que nadie ve, pero que nosotros disfrutábamos. Estuvimos más juntos que siempre.. pero a la vez seguíamos muy distantes.



CAFÉ DE LA ESTANCIA 5:45 pm, Justo Antes de Atardecer.

*Yo llevaba una bufanda muy gruesa, tejida. Chaqueta gruesa. Un guante puesto, el otro sin poner pero lo tenía en la mano junto a la taza de café que me estaba tomando. Ese día tenía el pelo liso porque en la noche anterior había estado en un coctel de la oficina de mi mamá.

*El tenía un blazer de tweed gris. Un trapito de esos que están de moda que venden en todos lados, que son cuasi bufandas pero delgadas, azul cielo. Una camiseta blanca y un saco negro. Tomaba un coctél de café, creo que tenía baileys y otros licores de esos..



En la mesa pegada a la ventana.

La mesa tenía un mantel de cuadros de todos los colores.

Los meseros muy amables todos, jóvenes. Tenían delantal.

Poca gente.

Lloviendo.



El: "En qué piensas"

Yo: "M.. no, en nada"

El: "Llevas un buen tiempo mirando hacia afuera, se te va a enfriar el tinto"

Yo: "No sé, me gusta cuando llueve. Pero no es más" Sonríe.

El: Sonríe también. "Te ves hermosa cuando te ríes...(Silencio) Hay algo que no te he dicho."

Yo: "Uy.. importante?"

El: (piensa un rato..) "Um.. yo diría que sí y por eso voy a pensarlo un poco más"

Yo: "O sea que no vas a decir nada?"

El: "nnoup"

Yo: "Ok... " (despectivo)´



Qué se supone que debía pensar en esos momentos. Cuando uno quiere dejar quieto algo pues simplemente no dice cosas de esas ni deja vainas a la expectativa... me daba rabia, mucha rabia, y me enrabiaba porque en el fondo me daba tristeza. No quería seguir hablandole. Era como ah... ahh.. cállese.



El: "También te ves hermosa cuando te molestas"

Yo: (sonrisa fingida) "gracias".

El: "¿Qué estarías haciendo en este momento si no me hubieras conocido?"

Yo: "No sé, cualquier cosa"

El: "Pero estarías mejor aquí o no"



Dios.. qué egocentrismo tan basto. Lo peor, LO PEOR es que tenía razón, me encataba estar ahí sentada, frente a él, viéndo sus enormes ojos azules y su sonrisa... y... ah..



Yo: "No sé, tal vez.. no sé, no sé"

El: "Pero diiime algo, háblame"

Yo: "Pero es que no sé qué decirte!"-ya un poco molesta- "Simplemente no sé nada, nunca sé nada contigo"

El: "Uy, eso dice muchas cosas"

Yo: "Piensa lo que quieras ya no me importa"

El: "¿No te importa?"



Me hizo esa última pregunta mirándome a los ojos con esa carita que pone... que ISHH... por qué por qué por qué.



Yo: "--"

El: "Te ves furiosa"

Yo: "Debe ser porque lo estoy"

El: "Pero por un par de preguntas? pff... tan delicada ---""princesa""



Eso fue el tope... yo creo que estaba a punto de llorar como cuando a uno le cantaban esa canción cuando era chiquito " tiene los ojos aguaaaados!, va a llorar, va a llorar!" Sí, +el no había hecho en realidad nada malo, pero todo era una acumulación de sensaciones, acciones, pensamientos que simplemente... reventaron y bueno.. me paré y..



Yo: "No tengo por qué seguir escuchándote" (salí)

El se quedó un rato sentado, no volteó a mirar hacia atrás (me di cuenta porque lo vi por el espejo, tampoco fui tan patética de haberme volteado yo). Yo seguí y estaba diluviando... el llanto golpeó mis ojos, lágrimas hirviendo rodaban hasta el piso confundiéndose con la lluvia.



El llegó, lo sentí, la puerta del café sonaba fuerte cuando alguien salía y simplemente yo supe que él estaba ahí detrás de mí, a un metro y medio aproximadamente. No me di vuelta simplemente empecé a hablarle.



Yo: "No sé por qué sigo atándome a ti, soy una estúpida.. no digas nada.. Sé que te has dado cuenta, yo soy una persona demasiado transparente y tú eres bastante perceptivo. Me siento desnuda frente a tí, coml si siempre pudieras adivinar lo que me pasa. Me cansé, me harté de seguir intentando contenerme para decirte cosas, p.."

El: (interrumpió) "Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Por no decir que lo mejor que me ha pasado en mi vida, porque sé que eso está por venir, junto a ti, contigo. Ayer te vi cuando salías de tu casa para la reunión de tu mamá, Dios.. estabas bellísima, me quedé mirándote en silencio, admirándote y te subiste a ese carro, con ese tipo,´sí te vi con ese tipo, que te abrazó tan cariñosamente y.. realmente ya no me interesa saber quién era pero senti la

peor de las rabias. Me fui al Incógnito (un bar) a beber, solo.. pensándote. Fue en ese momento cuando entendí que.."

Yo: "Que, qué? qué es lo que entendiste, que me tenías que esconder todo solo porque me viste con alguien? y yo que? y lo que yo he sido contigo en dónde queda? ah?"



Creo que ya estábamos lo suficientemente empapados, lo suficientemente enfermos de amor el uno por el otro, todo estaba lo suficientemente dicho y bueno, el fue el sensato. Mientras yo seguía berreando y replicándole con estupideces, porque simplemente todo era una vil estupidez, se me acercó, me cogió la cara.



El: "Shhhh"



Puso sus labios en los mios, los mios en los suyos. Lo vi cerrar sus ojos para entregarme todo su color por medio de su sabor, sabor a café. Un beso alicorado me hacía sentir llena de luz, me hacía disfrutar el frío, la lluvia, sus manos en mi rostro, algo sagrado, algo mágico, seguí llorando, no pude deterneme ahora menos que nunca, pero no era un llanto agónico, simplemente las lágrimas caían de felicidad, +el había inundado mi ser con un solo instante que me pareció eterno. Como dicen trilladamente "el tiempo se detuvo" es verdad, para mí si. Se nos detuvo el tiempo, el espacio, el sonido... todo. El viento ya no molestaba, lo sentíamos como un abrazo del mundo, un aplauso celebrando todas las bobadas que habíamos dejado a un lado.



Abrimos los ojos y parecía no poder verlo, era como si todo estuviera muy brillante... una alucinación tal vez... estaba alucinada.



Yo: "¿Dónde estás?"

El: "Aquí preciosa, aquí, en tí."

Friday, February 22, 2008

1/2

Le mandé un correo diciéndole que quería verlo. Nos vimos en la taquería de nuevo. Nos tomamos unos margaritas, se me acercó me dijo preciosidades y no se atrevió a besarme.

un, dos, tres por mí...cuatro.

Decidí que no me iba a importar su ego, porque de todos modos era un ego para él, para sí mismo, no para los demás. Lo sentí para mí porque lo compartió conmigo y eso no es tan egoísta si lo pensamos un poco. Me hice a la idea de que era un tipo que necesitaba darse moral porque aunque yo veía en él tantas cualidades el parecía no inmutarse ante ellas. Así que seguimos escribiéndonos cosas y bueno hubo algo en particular que le escribí que le gustó. A mi también me gustó, pero porque fue hecho con las entrañas de un ser desplomado. Sí, ese ser era yo, que estaba viviendo en piloto automático desde hacía tiempo. Sin motivos, sin esperanzas, sin nada en que creer o a quién creerle. Evidentemente, fuera de esa lista de desgracias estaba él, pero si me quería conocer tenía que saber qué me sucedía en el alma antes de verlo, antes de todo esto. Porque muy a mi pesar, aunque calladas, las espinas seguían hiriéndome de a poquitos. Lo que escribí decía lo siguiente:

Sin detalles, sólo sombras, así quedé, allí quedé. Estancada, sin moverme, sin aliento. Por qué mil veces, por qué lo hizo, quién fue, por qué, por qué. Aún no entiendo, alguién podría explicarme ¿Por qué mi alma ahora es negra? Por qué si me levanto sigo viendo la noche y duermo y duermo y no pasa. Sin embargo puedo sonreír, entre las penumbras, puedo sonreír. Todos lo ven pero no entiendo por qué yo no puedo. Si soy feliz ¿por qué no me he dado cuenta? Alguien me puede abrir la ventana? Las cortinas?.....
Ahora entiendo… ya lo vi, más claro. Mis lágrimas ayudaron a limpiar esa cortina de humo que nublaba mi entendimiento. Lo que pasó fue que me soltaron en el camino, me dejaron caer cuando todavía quedaba energía para seguir. Me soltaron, caí. Y estoy flotanto y es ese vacío, ese vértigo inmundo que se siente cuando uno cae. Necesito volver a escalar, necesito seguir subiendo pero tengo que tenerme de algo. Y allí está..él.. Me da la mano.. y no le importó que estuviera temblorosa y angustiada, simplemente me dió la mano. Me sostiene, no me deja seguir cayendo y el vacío desaparece.
Vuelvo a escalar pero aún no entiendo ¿por qué?, ¿qué hice?, creo que lo único que hice fue amarte y si eso es un pecado entonces entiendo tu condena. Tal vez no te gustó que no haya hecho nada más que eso. Y me soltaste…
… pero alguien me sostuvo. Un ángel quizás... un ángel.

Esa vez, la respuesta no fue otro escrito, fue una frase que me dejó entender que le había gustado que de alguna amnera se estaba involucrando conmigo y que mi vida le estaba dejando muchas curiosidades por morbosear. Morbo, tal cual, así lo escribió y me lo repetía en cada conversación telefónica. ¿Se habrá dado cuenta que ese ángel éra el? no.. no creo.. los ángeles no morbosean a nadie.

Monday, January 28, 2008

tres

Siempre que me siento al final del pasillo
Observando como nunca

Lo largo y oscuro que es
Detallando las paredes que quizás nunca pueda ver
Sintiendo un comienzo a dos pasos que son dirigidos al final
Haciendo preguntas que sin respuestas se van a quedar
Y al sentir la bruma en mi piel que al quemar una vida
A solo cenizas se reducirán
En ese momento los recuerdos volverán
Recuerdos de un paso por la vida
Recuerdos que solo describen la melancolía
La tranquilidad que solo en un lugar se puede encontrar
Llevado por la soledad
Intentando pensar
¿Pero en que puedo pensar?
Mil cosas son las que he hecho
Mil cosas son las que he disfrutado
Mil sentimientos que quizás he destrozado
Solo ahora es el recuento de mi existencia
Un juicio donde soy el juez
Sentado donde se sienta el acusado
Contando con lagrimas si la vida de un hombre vale la pena Para ser olvidado
¿De que me acuso?
Son preguntas ingenuas cuando ya se sabe la respuesta puesto que yo respondo la pregunta
Estoy acusado de vivir
Quizás sea lo mas bonito que se puede tener
Quizás es un sufrimiento de no saber por que
Quizás es simple orgullo de no perder
Estoy acusado de sentir
¿Qué siento?
Lo que se siente se cuenta con burla, con dolor, o con amor
Me burle de aquel que me quiso ayudar
Me dolió el terminar
Y amé a quien siempre quise amar
Ahora me hallo aquí
Aferrado a lo que quiero creer
En confesión a lo que no puedo ver
Pero que se siente en el lugar
Donde nadie puede interrumpir
Donde nadie con migo puede vivir
Por que acá no hay vida
No es el cielo ni el infierno
Son sólo los recuerdos
Donde probare mis lágrimas para sentir el sabor de la tristeza
Probaré el deseo que nunca disfruté
Probaré mis sueños que nunca alcancé
Probaré la muerte por primera y última vez
Y sentiré lo que nunca contaré


Ese poema me había dado mucho para pensar. Ahora no sabía si tenía problemas con el mundo o si el mundo tenía problemas con él. En todo caso había algo con lo que no estaba conforme, algo con lo que su conciencia no podía estar tranquila pero sin embargo tenía que convivir con ello.
Los días pasaron y me seguía enviando poemas y escritos parecidos, casi todos del mismo tema. Al principio parecía divertido descifrarlos y después me agotaba tanto enredijo que empecé a no ponerles cuidado casi. Simplemente me alegraba cada vez que tenía su nombre en negrilla en mi correo electrónico. Así mismo, en su bandeja de entrada también había un correo de mi parte cada dos o tres días, ese era el compromismo al fin y al cabo. Cuando yo no tenía tiempo de escribirle, el tampoco lo hacía. Eso me dejaba entender que el prefería que la cosa fuera mútua, o en el más soñador de los casos, pensaba que si yo no le enviaba nada, tampoco tendría con qué ni cómo inspirarse. De todos modos era muy extravagante pensar que mis cosas le hicieran escribir textos tan ácidos, extraños y muchas veces hasta estúpidos (digo estúpidos porque de hecho me hacían serntir estúpida al no entenderlos y siempre he tenido la filosofía de la sencillez y la claridad).
Como mi cabeza ya no se entregaba al análisis de sus palabras, le mandaba a cambio textos muy simples. (Tal vez era yo la que me inspiraba con él) Eran simples, pero no cortos. Podían ser historias, crónicas, anécdotas, todo muy bien contado, todo muy ameno. Él por su parte redujo sus tratados a simples oraciones cortas, lo que me permitía acercarme más a ellas y volver a involucrarme.
“Ímpetu, sagrado, sagrado ímpetu viene de mí” decía en uno de sus correos. Ni una letra más. ¿Será egocentrismo? Pensé. Pero luego una oración mediocre me hacía pensar lo contrario: “el cadáver de mi mismo, soy yo.” Ok. Prefiero no decir nada. Muchos pueden pensar (los que se creen de mente super interpretativa o más bien videosos) que sí tenía mucho sentido decir que él era su cadáver y puede que sí, pero dista mucho de ser la oración de alguien que escribió que tiene un ímpetu sagrado.. no sé, digo yo. ¿sagrado? Pff patrañas.
Definitivamente el tipo tenía cierto aprecio por sí mismo que muchas veces opacaba ese encanto que me deslumbró desde la primera vez que lo vi. Lo que hacía que esa sensación de admiración en todo sentido renaciera llena de luz en mi cabeza, eran curiosamente, las frases tristes, incómodamente sórdidas, macabras, grises. Aquí es cuando Laura vuelve a jugar. Quién más sino ella me criticó esa manera de verlo. Por supuesto que lo normal, lo común y corriente para toda la multitud es que haya optimismo por sí mismo, seguridad, amor, cariño… en fin. No me molesta eso, le repetí a Laura mil veces. Es bueno que se quiera, que pereza un tipo que piense que su existencia es una desgracia (ya me han tocado así a propósito) pero no me interesa una persona que sienta que es sagradamente impetuosa, ni opulentamente esbelta y armoniosa como me puso en otro de sus correos. Por favor! Lo más curioso aún es que seguía haciendo parte de mis sueños, mis esperanzas… mis… babosadas.

Sunday, January 13, 2008

El reencuentro II

Él:“Y qué haces por acá? Vives cerca o algo así?”
Yo:“Sí, pero un poco más hacia el norte. Pero aquí a dos cuadras es mi academia de teatro, estaba ensayando”
Él:“Ah, entiendo, haces teatro… ensayas. Por eso es que estas así de descachalandrada”

Se me había olvidado por completo que en ese momento me sentía inmunda, horrible, completamente opuesta al día en que lo conocí que al menos estaba bien vestida.

Claramente yo:“Ahm, sí, es por eso”

Qué más podía decirle, debería estar pensando que no era la misma de ese otro día.

De nuevo Yo: “Y tú qué hacías ahí sentado” Quería evadirle el tema de mi aspecto.
Él:“Aquí es donde siempre me siento cuando voy a la castellana. A veces estoy así, a veces estoy un poco más feliz, hoy no me cogiste de ánimo pero me diste el ánimo”

Yo:“Bueno, al menos ¿no?. Me alegra haberte dado ánimo. ¿En dónde vives?”
Él:“En la Alambra”
Yo:“Cerca”
Él: “Sí, relativamente”

Decidió acompañarme hasta mi casa, fuimos caminando. Se me olvidó por completo el cansancio, estaba feliz. Hablamos de todo un poco, de cosas que ahora que lo pienso eran como… raras. Me estaba preguntando que si alguna vez yo había visto un muerto. Afortunadamente no, pero él me contó su experiencia. No era médico ni nada parecido pero su padre lo llevó a conocer un cadáver cuando era pequeño (el papá si curaba gente). Al parecer eso marcó su vida y su personalidad. El tipo me estaba pareciendo un poco tostado, parecía disfrutar hablar de cosas como estas. Hasta terminamos hablando de Saw, esa película inmunda que recuerdo con asco.
En fin… me contó que le gustaba escribir, o mejor, que escribir era una de sus pasiones más inquietas y que según lo poco que sabía de mí pensaba que me podrían gustar sus letras. Para mí escribir, bueno.. pues es un hábito aunque no tengo la misma confianza como para ofrecer mis textos como “algo bueno para compartir” peeero.. en vista de que no tenía más opciones, quedamos en intercambiar algunas cosas que habíamos escrito y por eso intercambiamos nuestras direcciones de correo electrónico. Nos despedimos y se fue caminando, se desperezó, y siguió. (le vi un poquito la espalda… cuando se desperezó la chaqueta se le subió junto a la camiseta y.. bueno creo que ese detalle podría omitirlo)

Tenía su nombre, su dirección de correo, para mí eso era más que suficiente.
Esa misma noche, más tarde. Tenía un poema en mi correo. Poemas… no me gustan casi no sé si será porque poco los escribo o porque son muy cursis, indirectos no sé... Pero ese, ese en particular me gustó desde que lo vi en mi bandeja de entrada.

Saturday, January 12, 2008

El reencuentro

Habían pasado los días y yo no olvidaba aquellos ojos y esa sonrisa. Muchas veces pensé que tal vez los daiquiris me hicieron verlo tan impactante. Lo poco que sabía de él me llenaba de curiosidad, de ganas, de ganas de saber más de él. Con Laura volvimos al restaurante pero no lo volvimos a ver.
*
Una noche, después de ensayo con mi grupo de teatro, yo caminaba hacia mi estación de transmilenio. Era extraño que usara el transmilenio pero ese día estaba muy cansada como para caminar. Iba sudorosa, desarreglada, somnolienta, con ganas de cama. Mientras esperaba a que el semáforo cambiara para atravesar la calle, escuche una especie de lamento, como llanto sin querer como enrabiado… y esa voz, esa voz yo la había escuchado antes. Me volteé, y en una silla de esa de cemento que hay en la calle estaba él, el raro, el tipo extraño que se había inmiscuido en mis pensamientos a diario desde aquella noche. No lo podía creer, era realmente impensable que me estuviera reencontrando con esa persona.
Me acerqué sin dudarlo y me paré al frente suyo, pero el no me vio porque tenía la cabeza entre las manos y estaba algo agachado, lamentado, estaba triste, se veía realmente triste. Lo saludé, pero no me escuchó, tenía un ipod a todo volumen pero yo no alcancé a percibir qué escuchaba, así que me agaché y le toqué la rodilla. Lo volví a saludar. Me miró, y me regaló una sonrisa hermosa, al parecer fue grato el encuentro para él, como para mí, obviamente lo era. “Si te acuerdas de mí?” le pregunté, “Claro!, cómo no acordarme de esa carita” me dijo. Hablamos, le pregunté porqué estaba tan mal, algo me dijo de unas cuantas decepciones que tenía con el arte, el arte, sí le gustaba el arte, otro punto más a favor. Y el arte se le mezclaba con todo en su vida hasta hacerlo pedazos como ese día. “Lo único que me consuela es esto” me dijo sosteniendo su ipod. Le pregunté qué, qué era lo que oía y me puso los audífonos. “Busco mi piedra filosofal, en los siete locos en el mar, en el cadáver exquisito…” Sí, era Fito Páez y yo una vez más no lo podía creer. Aunque no entendía muy bien cómo era que ‘Cadáver Exquisito’ (nombre de la canción que él estaba escuchando) lo hiciera sentir mejor, de todos modos, creo que fue lo menos que me importó, era Fito, Fito y él en un solo momento. Fito, él y el arte en un solo instante.

Wednesday, January 09, 2008

El encuentro

Llevaba ya casi cuatro meses de pelea con la vida, con mí vida. Entre papeles, escritos, en blanco, libros, tajadas de pan y algunos platos vacíos de cereal se movía mi cerebro buscando un norte, desesperado, como una brújula dañada. Me habían roto el corazón varias veces y no tenía ganas de saber de hombres, tal vez ya había tenido suficiente. Sí, suficiente. Mi rutina se volvía cada vez más sedentaria y aunque saliera de vez en cuando para distraer mis desgracias, siempre llegaba el tan evadido momento de estar en la cama, empijamada, lista para conciliar el sueño. Era justo en ese momento en el que mi cabeza despertaba de nuevo y como un vil mediodía no me dejaba descansar. Muchas veces me hacía favores, me hacía sentir bien, otras veces me hería, en exceso, le gustaba jugar al masoquista y todo terminaba en una larga secuencia de lágrimas enrabiadas o tristes.

Afortunadamente tenía amigos quienes se preocupaban por mi estado de ánimo y procuraban hacerme la vida más placentera. En uno de esos intentos por verme bien, Laura, mi mejor amiga, la que siempre se aguantaba mis películas hechas realidad, me había invitado a tomarme un daiquiri de fresa en ese restaurante que conocí una vez en medio de un romance sin rumbo. Aprovechando el happy hour del día (porque no teníamos mucho dinero) hicimos nuestro pedido coctelero. El lugar estaba casi vacío. Unas cuantas parejas, un par de ejecutivos y… ahí estaba él, solo, en una mesa para dos. Un personaje bastante particular que llamó mi atención de inmediato. Estaba leyendo un libro, acompañado por un buen margarita, de esos que me gustan tanto. Lo primero que vi curiosamente fueron sus pies, pues había dejado cómodamente sus zapatos a un lado de la mesa, como si estuviera en su casa. Pensé que era alguna clase de loco de esos que le gusta estar como se le da la gana sin importar comentario alguno. Llevaba un jean normal, clásico, oscuro. Medias blancas, amarillentas, bien usadas, bastante usadas. Una chaqueta negra de esas abultadas, acorde con el frío de aquellos días. Una camiseta azul clara se le alcanzaba a ver dentro de la chaqueta. Sostenía el libro con su mano izquierda, y con su mano derecha se tocaba inquieto el cabello, se pasaba la mano por la cara por la barbilla, se la apretujaba de vez en cuando. ¿Edad? No sabía, era de esas personas que no aparentan nada, pero estaba segura de que era muy joven. Tal vez unos 23 o 25 años. Lo deduje por el pelo, con un corte fresco, juvenil, un poco largo, como el del novio prematuro de Demi Moore. Tenía gafas, unas gafas de marco negro rectangulares, que lo hacían ver bastante interesante. Se las quitaba también en medio de su inquietud, se rascaba los ojos, y se las volvía a poner. Con respecto a su cara, no la pude detallar bien en un principio, siempre lo vi de lado mientras estuve sentada, pues estaba en la mesa pegada a la ventana y se distraía bastante con los transeúntes en esa tarde lluviosa y cenicienta. Y alguna clase de luz en el exterior hacía de las sombras un impedimento para observarlo con mayor profundidad.
Yo conversaba con Laura, de todo un poco pero nunca le nombre al personaje. Tomábamos nuestro trago con frescura. Pasaba el tiempo y el hombre seguía ahí. Con su lectura apabullante, como si estuviera extasiado con lo que leía pero a la vez cansado. Sin esperar nada pero al mismo tiempo esperando que esa trama se desenrollara lo antes posible.
Pedimos otro trago, y luego otro más. Soy poco resistente al alcohol así que al término del tercer daiquiri ya estaba desequilibrada. Me comenzaba a importar menos todo. Inconscientemente me quedé mirándolo fijamente, de esas miradas que molestan y que irremediablemente hacen volver la mirada del observado. No temía en encontrarme sus ojos, pues lo veía demasiado entretenido con su libro, un libro un una portada blanquesca. Sin embargo, los tragos o mi ingenuidad me hicieron equivocar. El tipo se dio cuenta de que alguien lo observaba desde hacia varios minutos. Y echó una corta mirada, la regresó y en menos de un segundo la volvió de nuevo hacia mí, como si algo le pareciera familiar. Me sonrojé inmediatamente, hice una de esas sonrisas penosas que suelo hacer tapándome la cara con la copa y miré hacia abajo. Él, no dejó de mirarme. Tampoco dejaba de sostener su libro, tampoco dejaba su posición frente a la mesa. Era solo su cabeza, su rostro, ese rostro que aún no podía ver con claridad, pero que lo poco que observé en el pequeño instante de cruce e miradas, me encantó. Unos rasgos finos, pero masculinos. Una nariz simplemente perfecta.
Laura se paró al baño. Quedé sola. Quedamos solos. Él y yo. Él en su mesa y yo en la mía. Yo estaba sentada justo al frente de él, no sabía a donde mirar y él lo notó. Volvió a mirarme y me sonrió. Luego, llamó al mesero algo le dijo y a los 3 minutos había otro daiquiri en mi mesa. “De parte del señor” me dijo el mesero, con una sonrisa cómplice, como si se creyera partícipe de un juego romántico. Últimamente me habían estado sucediendo cosas extrañas, pero esta era realmente extraña para mí, aunque pareciera cualquier escena vulgar y corriente de alguna película de los domingos por la tarde. La extrañeza y mis tragos encima me incitaron a pararme de la mesa, quería hablarle, estaba muy intrigada por esa persona y cuando me disponía a hacerlo, Laura llegó. ¿Inoportuna? No creo, más bien fue mi salvadora. Eso de pararse hubiera sido un poco lanzado. “¿Pediste otro?” me preguntó mi amiga, como si le pareciera un poco exagerado que estuviera tomando más licor sabiendo que ya estaba poniéndome como un bombillo. Así que le expliqué todo el asunto, se burló de mi un rato y volteaba su cabeza disimuladamente para observar el personaje. Él nos seguía la corriente, pero tímidamente, muy tímidamente. Me moría de ganas por hablarle pero no era capaz. Sin embargo Laura, sí fue capaz. Se tomó mi cuncho de ese daiquiri regalado y también con tragos en la cabeza se paró y se fue caminando sostenida de las sillas hasta la mesa del extraño. Yo me quería morir, bueno en realidad no sabía si quería que la tierra me tragara o que Laura continuara su misión. Ella llegó hasta su mesa, algo le dijo y luego se pararon los dos. Él recogió sus zapatos sin ponérselos, su libro y se sentaron ambos en mi mesa. En mi mesa. En mi mesa. Sí, el hombre extraño estaba sentado ahora en mí mesa.
“Hola”, me dijo. Lastimosamente no pude decirle nada de inmediato, solo pude regalarle una sonrisa de esas, de esas. Luego miré a Laura con los ojos bien abiertos queriéndole decir que estaba loca, completamente loca y que por eso la adoraba. Nos pusimos a hablar los tres, de todo un poco, del libro que se estaba leyendo, curiosamente era de Héctor Abad, mi escritor favorito, un libro que yo ya había leído así que pudimos hablar de él, pero no le conté el final, claro está. Hablamos de todo, aunque no mucho tiempo se hacía tarde y él parecía cansado. Nunca fui capaz de mirarlo a los ojos, o a las gafas. Pero si le veía su sonrisa constante, sus dientes perfectos como de comercial y hasta pude detectar un poco de olor a tequila en el ambiente. De un momento a otro el tipo se paró y con una excusa creíble se despidió de nosotras. Se veía cansado, parado se quitó las gafas, se rascó sus ojos como cuando leía y sin los lentes nos dijo adiós. Pero fue un adiós extraño, un adiós que no apreció terminarse al término de la modulación de la palabra. Sino después de una mirada sostenida entre nosotros. Se rió, burlonamente, de mí tal vez y luego sonrió cálidamente y porqué no decirlo coquetamente. Fue en ese momento en el que observé los ojos más hermosos que había visto en toda mi existencia. Unos grandes ojos azules, pero azules de verdad, sin rastros de verde o amarillo o todos esos subcolores que le pone la gente a los ojos claros. Eran azules como el mismísimo cielo cuando lo vemos oscuro. Unas pestañas negras como azabache… y “lo blanco”, muy blanco.
Lo único que tenía en mi cabeza desde ese día o más bien, desde esa noche era que lo quería volver a ver. ¿Cómo? No sabía porque en toda la conversación no nos dijo ni su nombre, ni dato alguno que pudiera servir para buscarlo. ¿Buscarlo? ¿De verdad lo buscaría? No creo. O no creía.