Sunday, January 13, 2008

El reencuentro II

Él:“Y qué haces por acá? Vives cerca o algo así?”
Yo:“Sí, pero un poco más hacia el norte. Pero aquí a dos cuadras es mi academia de teatro, estaba ensayando”
Él:“Ah, entiendo, haces teatro… ensayas. Por eso es que estas así de descachalandrada”

Se me había olvidado por completo que en ese momento me sentía inmunda, horrible, completamente opuesta al día en que lo conocí que al menos estaba bien vestida.

Claramente yo:“Ahm, sí, es por eso”

Qué más podía decirle, debería estar pensando que no era la misma de ese otro día.

De nuevo Yo: “Y tú qué hacías ahí sentado” Quería evadirle el tema de mi aspecto.
Él:“Aquí es donde siempre me siento cuando voy a la castellana. A veces estoy así, a veces estoy un poco más feliz, hoy no me cogiste de ánimo pero me diste el ánimo”

Yo:“Bueno, al menos ¿no?. Me alegra haberte dado ánimo. ¿En dónde vives?”
Él:“En la Alambra”
Yo:“Cerca”
Él: “Sí, relativamente”

Decidió acompañarme hasta mi casa, fuimos caminando. Se me olvidó por completo el cansancio, estaba feliz. Hablamos de todo un poco, de cosas que ahora que lo pienso eran como… raras. Me estaba preguntando que si alguna vez yo había visto un muerto. Afortunadamente no, pero él me contó su experiencia. No era médico ni nada parecido pero su padre lo llevó a conocer un cadáver cuando era pequeño (el papá si curaba gente). Al parecer eso marcó su vida y su personalidad. El tipo me estaba pareciendo un poco tostado, parecía disfrutar hablar de cosas como estas. Hasta terminamos hablando de Saw, esa película inmunda que recuerdo con asco.
En fin… me contó que le gustaba escribir, o mejor, que escribir era una de sus pasiones más inquietas y que según lo poco que sabía de mí pensaba que me podrían gustar sus letras. Para mí escribir, bueno.. pues es un hábito aunque no tengo la misma confianza como para ofrecer mis textos como “algo bueno para compartir” peeero.. en vista de que no tenía más opciones, quedamos en intercambiar algunas cosas que habíamos escrito y por eso intercambiamos nuestras direcciones de correo electrónico. Nos despedimos y se fue caminando, se desperezó, y siguió. (le vi un poquito la espalda… cuando se desperezó la chaqueta se le subió junto a la camiseta y.. bueno creo que ese detalle podría omitirlo)

Tenía su nombre, su dirección de correo, para mí eso era más que suficiente.
Esa misma noche, más tarde. Tenía un poema en mi correo. Poemas… no me gustan casi no sé si será porque poco los escribo o porque son muy cursis, indirectos no sé... Pero ese, ese en particular me gustó desde que lo vi en mi bandeja de entrada.

1 comment:

Unknown said...

Tengo curiosidad... qué poema era?