Monday, February 28, 2011

El eticómetro

Hay un aparato muy particular y bien instalado dentro de mí, que reacciona cada vez que estoy haciendo cosas ‘indebidas’ o que quiero hacerlas. El sólo deseo de actuar ‘mal’ ya hace que la dichosa máquina se prenda y es ahí cuando llega la culpa. Sin embargo, creo que toda la vida he hecho lo correcto. Siempre he sido una ‘niña buena’ y ya me estoy cansando de serlo. Por eso es que estoy tratando últimamente de ignorarlo, como los conductores de flota que tienen un aparatejo para medir el límite de velocidad y siempre suena, pero siempre lo ignoran.

Una vez mi bioenergética, que es una mujer muy sabia y perceptiva, me dijo que yo nunca me había rebelado y que en sí rebelarse era justo y necesario. Es por eso que casi todos mis amigos tuvieron problemas jartísimos en su adolescencia… yo no. Yo, sigo peleando con mi mamá, no por un desarrollo tardío y extendido de mis facultades, sino porque mi mamá es de por sí una persona con cierto grado de conflictividad que ni el esposo le ha podido ‘curar’.

Rebelarse, pero, ¿ante qué? ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo? ¿Y si me muero mañana?

Algunas personas que me conocen dirán que yo siempre he hecho lo que se me ha dado la gana, lo que no saben, es que el ‘eticómetro’ siempre ha estado prendido y aunque sí he hecho lo que he querido, la culpa llega en ciertos momentos. Pero cuando aterrizo me pregunto por qué razón estoy sintiéndome así, y encuentro un millón de razones para salir de ese estado.

No hay peor juez que uno mismo. Y quiero dejar de juzgarme.

Monday, February 21, 2011

Virtual Life

Latinchat fue una de las primeras cosas que me enamoró del exitante mundo del Internet. Tenía exactamente 11 años cuando junto a mi mejor amiga encontré un mundo lleno de gente desocupada, que también usaba esa conexión que sonaba como un robot dañado a la hora de ‘iniciar’. Las cuentas del teléfono llegaban carísimas, pero nosotras no podíamos despegarnos de ahí. Era increíble la cantidad de personas que a diario conocíamos sin siquiera verles la cara.

Un día, nuestra curiosidad pudo más que la conciencia y decidimos conocernos personalmente con dos muchachitos con los que chateábamos seguido. Éramos dos precocitas queriendo expandir las barreras sociales y de hecho lo logramos. Afortunadamente, no nos topamos con un par de asesinos en serie, aunque no era muy probable que sucediera.

Hoy en día la cosa es muy diferente. Facebook, Twitter y el hermoso y preciado MSN han hecho que todo cambie. Ahora hay gente muerta gracias a estas redes y cada vez se hace más peligroso conocerse con las personas. Por ejemplo, de un acto ingenuo de conocer a un twittero medio reconocido por sus twitcams, llegué a tener que soportar una invasión a todas mis redes de parte de su pobre novia que respiraba y exhalaba amor por ese hombre quien no hacía más que desprestigiarla y buscar un supuesto "amor de verdad" que por mi evidente desinterés, no era yo.

Y este es sólo uno de esos casos que me han hecho preguntarme más de una vez por los sujetos detrás de los avatares, por el cerebro detrás de los 140 caracteres en el caso de Twitter. En Facebook no acepto a gente que no conozca, alguna vez lo hice, pero no le veo nada divertido a las fotos de un ser que no existe en mi vida.


En fin, hay quienes han tenido mucha suerte, amigos que se han casado con personas que conocen por alguna red social y también se de aquellos que prefieren escribirse un inbox a hacer una llamada o ponerse una cita. Pero no por eso he bajado ni un poquito el grado de desconfianza que le tengo a la vida virtual, a pesar de las casi 8 horas diarias que paso en ella.

#esasi